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A inicios de la pandemia de coronavirus pudimos apreciar lo frágil que era la economía global y los peligros de un sistema tan globalizado, de las consecuencias de no tener planes de contingencia ante crisis que amenazaron la interrelación de todos los mercados entre sí. Un ejemplo de ello fue la caída del sector petrolero durante los primeros meses del confinamiento.
Durante el mes de abril del 2020 observamos una de las más grandes debacles en la industria en los últimos años, pues según datos de Bloomberg y Energy Information Administration, en ese mes el precio del crudo cayó en aproximadamente un 70% de su precio en ese momento, esto era porque la gente se veía obligada a estar encerrada en sus casas y no gastaban dinero en transporte ni combustible, lo cual se tradujo en una disminución de la demanda a nivel mundial de los energéticos. A poco más de dos años desde aquella fatídica caída vemos que la tendencia se ha revertido.
El 2 de junio del presente año 2022 la OPEP (Organización de países exportadores de petróleo) acordó aumentar la producción de barriles diarios de petróleo en una cantidad de 648 mil, esto producto del levantamiento de medidas restrictivas de control de la pandemia, como lo son la reapertura de centros comerciales, la vuelta al tránsito en ciertos sectores de ciudades con tolerancia cero contra el Covid como ocurrió en China y el aumento en la demanda de combustibles fósiles que ha acompañado a la reducción del consumo de petróleo Ruso como forma de sanción por la guerra en Ucrania.
Después de todo este contexto es pertinente preguntarse ¿Cómo afecta el fenómeno de la producción de petróleo con los solventes químicos que producimos?
Para dar respuesta a esto hay que recalcar, como en anteriores blogs, que las industrias petrolera y química guardan una especial relación pues el petróleo y sus derivados, así como los productos químicos utilizados en su producción, se comercializan e integran en todos los demás procesos productivos del mundo, siempre se necesitará del petróleo en forma de materia prima o de combustible para poder dar materia y energía a todas las demás cadenas de suministros y producción de las que dependen. Es así como podemos dar cuenta que un aumento global en la producción de petróleo se puede traducir entonces como un aumento en la oferta de este producto y se refleja económicamente en una disminución del costo de producción pues habrá más petróleo disponible.
Un efecto paralelo en el costo de todos los productos en forma de materia y energía que derivan del petróleo es el abaratamiento de los costos del envasado, pues hay que recordar que los envases son de plástico, el cual está hecho principalmente de petróleo y productos químicos que permiten darle forma y que adquiera propiedades que les permitan contener los solventes y demás productos químicos que lleguen a almacenar.
Sin duda el uso del petróleo en la industria química es esencial, pues gracias a esta materia prima es posible la producción de todos nuestros productos, sin embargo, el aumento en su producción trae colateralmente el aumento en la tendencia de gases de efecto invernadero. Organizaciones como la OPEP deben poner especial atención en el equilibrio de la producción de crudo para satisfacer las demandas energéticas, económicas y retrotraer el cambio climático, pues las economías petrolizadas juegan un papel clave en la lucha contra esta emergencia, mientras tanto a las empresas nos toca poner de nuestra parte al hacer los, cada vez más costosos, esfuerzos por economizar en nuestros costos de producción y garantizar estándares de calidad que no contaminen demasiado.